Desde que empezó la crisis, las ganancias de las salas de cine han sufrido una enorme bajada. A través de las voces de José María Caparrós y Alfons Mas, se analiza el estado actual del cine y su futuro.
Desde que empezó la crisis, las ganancias de las salas de cine han sufrido una enorme bajada. A través de las voces de José María Caparrós y Alfons Mas, se analiza el estado actual del cine y su futuro.
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Bajo mi punto de vista creo que TODOS los “soundtracks” son muy buenos. Pero si algo cabe decir es que, bajo mi punto de vista, se dan poco muy poco tiempo de exposición a cada una de las fotografías. Pero el problema seminal no es ese: es el concepto entero el que, siempre a mi juicio, falla. Es obvio que los editores de los medios que generan este tipo de contenidos no provienen estrictamente del mundo de la fotografía…son gestores de la imagen, publicistas, agentes de la mercadotecnia más avanzada en un mundo cada vez más visual……la fotografía de fotoreportaje en la actualidad es un pez que se muerde la cola y que no alcanza toda la profundidad que la experiencia fotografía puede aportar: es esclava de sus espectadores, de la estética de sus espectadores, de los temas de los espectadores…así las exposiciones del World Press Foto que podremos ver son un bonito patchwork donde la intensidad de un tema se pierde entre las intensidades de los otros temas. De un reportaje sobre Putin, de un sanatorio de Uzbequistan –¿siempre recurrente un sanatorio o un orfanato o una prisión, cierto?– o de la guerra de South-Sudan pasamos a ver fotos subacuáticas de los delfines rosas de Colombia o de la vida sexual de las sapos de Belice. Tiempo y espacio son los elementos importantes de la ecuación pero eso no lo llegó a aprender el editor de NYT. Y así damos vueltas en ciclos; y en una eterna primavera danzamos como nuestra bailarina del vientre, que es una bonita imagen con sonido de cascabel.
Sí, claro…la experiencia puede ser valida, todo es válido, claro… pero sigo pensando que la fotografía se expresa por ella misma y no requiere ni de palabras, ni de sonido…ni de pantallas conectadas a la red. La experiencia requiere quietísmo y la presencia física de la obra. Algo que no está –ni se espera– en nuestra sociedad binaria llena de ruido.
En fin…esta es simplemente mi opinión, tan valida y respetable como la vuestra, claro.