Por Nina Raquel y Carlos Poveda.
El guirigay que eclosionó sobre las 23 de la noche el hotel Catalonia Rambla, en Barcelona, delataba el éxito de ERC. A los pocos minutos, los grandes del partido hicieron su aparición estelar. Es la confianza que otorga la victoria. Y ERC ha ganado por la mano a todos sus contrincantes en el panorama político catalán. CiU acabó ensombrecido pese a morir en la orilla. Se quedó con un 22,3% del escrutinio, lo cual certifica su caída de popularidad en favor del partido que tradicionalmente más ahínco ha mostrado al luchar por la independencia.
Otros derroteros más oscuros toman el PSC y el PP, unos castigados por su inoperancia y los otros por su inflexibilidad. Se tendrán que conformar con la paupérrima cifra del 14 y el 9% de los votos catalanes, muy lejos de la grandeza que antaño mostraron ambos en las urnas. La máxima de “demasiado grandes para caer” parece tocar a su fin al compás del independentismo y los recortes sociales.
La jornada también sirvió para realizar un análisis general del nuevo horizonte político que nos espera. Los partidos que se han declarado favorables a la consulta del próximo 9 de noviembre han conseguido un 55,5% de los votos en unas elecciones que por fin tuvieron unos índices aceptables de participación: casi el 50% en Catalunya. La cuestión ahora es esperar a ver qué efectos pueden tener tales resultados en un parlamento europeo que prevé tormentas peligrosas e inciertas.
Oriol Junqueras, con la exultante sonrisa del éxito, coincidió con el President Artur Mas en que ahora lo importante es no dar “ni un solo paso atrás” y valoró como “esperanzador” el hecho de que los partidos que pactaran la consulta hayan subido, en su conjunto, 18 puntos. Sin duda se trata de un poderoso mensaje democrático que Madrid deberá interpretar. Falta por ver cómo.