
Análisis sobre el futuro de Cataluña.
Independencia: ¿solución para el futuro?
INTI PACHECO Y MARCOS GARCÍA

Decenas de banderas independentistas en unas manifestación frente a La Pedrera, una pancarta que dice “Catalunya no es España” describe el ambiente. Foto: flickr de SBA73
Futuro. Esa parece ser la palabra de moda dentro del marco político catalán. Futuro de los dirigentes políticos, de sus ciudadanos perdidos actualmente en un mar de incertidumbres, en definitiva el futuro de lo que podría eventualmente ser un nuevo Estado.
Es atrevido realizar una predicción acerca de lo que sucederá próximamente en Catalunya. Apenas hay consenso entre los principales actores sociales, económicos y ante todo políticos.
¿Conseguirá Catalunya la independencia? ¿Sobrevivirá como un nuevo estado? ¿Qué papel pretende tomar Europa?
El President de la Generalitat, Artur Mas, tras la impugnación de la consulta por parte del Tribunal Constitucional, asegura que ahora el Govern busca defender derechos fundamentales como la libertad ideológica, el derecho de participación y el derecho de expresión.
Hablar de lo que se avecina en Catalunya es hablar de teorías, suposiciones, conspiraciones o posibles equivocaciones. Hablar del mañana significa entrar en una espiral de continuas contradicciones, en las cuales siempre se encuentran rastros de políticas confusas de cara a la ciudadanía.
Una de las cuestiones que más se destaca sobre el futuro es qué consecuencias puede traer este acto de participación popular.
La estrategia es adelantar las elecciones parlamentarias para poder conseguir un 60% de los escaños en un plebiscito y así declarar la independencia de Catalunya.
Por otro lado, tras todas las intervenciones del Gobierno español, aún no se sabe cómo éste actuará el domingo cuando la gente salga a dar su opinión en las urnas. Hay teorías de que se decomisarán las urnas o que ni siquiera se permitirá que se empiece el voto, pero todo es cuestión de la imagen que quiera dar el Gobierno español.
“Rajoy tiene un doble problema: por un lado ha prometido a su partido que no habrá urnas ni voto en Catalunya; por el otro no puede cargarse las urnas delante de la comunidad internacional. Tiene que decidir a quién contenta”, asegura la escritora y periodista Patricia Gabancho.
Gabancho escribió en 2009 Crònica de la Independència (Columna Edicions), libro en el que cuenta una situación hipotética en la cual Catalunya conseguía la independencia justamente entre el 2014 y el 2015. Según ella, con el estatuto del 2006 se pudo haber llegado a un acuerdo con el gobierno español.
“El catalanismo se dedica durante 100 años a buscar su espacio dentro de España para poder desarrollar su proyecto nacional. Y este espacio, pedido desde 1900, todavía no lo tenemos”, asevera la escritora.
El fundador del pequeño partido de ultraderecha y anti-inmigración Plataforma per Catalunya, Josep Anglada i Rius, afirma que “el nuevo 9N no tiene ninguna validez. No hay nadie que lo convoque, y el 9N original no dejaba de ser más que una consulta”. Y añade: “Catalunya está mejor dentro de España porque es un motor importante para el Estado Español”.
Aunque haya discrepancias sobre el tema de la independencia, sobre el futuro de la economía de Catalunya sus habitantes sí pueden concordar. “El trato que nos tienen desde Madrid debería ser diferente: debería haber un pacto fiscal nuevo”, propone Anglada.
De forma más contundente Gabancho opina que al ver las inversiones que se hacen en Madrid, “se da uno cuenta de que Catalunya no está en el proyecto español”.
Dentro de este contexto marcado por una constante tensión, el Gobierno español se ha pronunciado en reiteradas ocasiones condenando el acto que planea llevar a cabo Mas.
“Lo ha dicho el Tribunal Constitucional. No puede celebrarse ninguna consulta. No pueden poner urnas. Vemos preocupante que el propio gobierno de la Generalitat pretenda desobedecer a los tribunales y a la ley”, insiste la vicesecretaria de estudios del PP catalán, Andrea Levy.
En definitiva,no sería una mala idea poner en la balanza todo lo que se podría ganar, junto con todo lo que se podría perder. Las brechas que actualmente están resquebrajando las relaciones entre España y Catalunya podrían afectar a las relaciones políticas, económicas y sociales.
Mientras que algunos economistas aseguran la viabilidad de una Cataluña completamente autosuficiente desde el punto de vista financiero, otros descartan por completo dicha posibilidad. Se habla de empresas que desaparecerían del territorio catalán, de una inminente salida de la Unión Europea y, por lo tanto, del euro como moneda.
Pero siempre depende del punto de vista de cada persona. “Una pieza económica de tal importancia geoestratégica como Catalunya ¿la van a dejar ir solo por haber votado?”, cuestiona Gabancho mientras asegura que no tendría sentido alguno.
No habría una salida de la Unión Europea, “es posible que no tengas un escaño político pero tendrás todos los derechos económicos, de fronteras, de Schengen, de circulación de bienes y personas, etc.”, concluye la autora del libro que parecería dictar el futuro de la región.
La esperanza catalana, para muchos de los defensores de la consulta, es poder decidir qué hacer con sus ingresos, con toda su producción y cultura. En definitiva, disfrutar de una autonomía económica, política y social sin precedentes en Catalunya.
El 9 de noviembre es el inicio de lo incierto. Habrá 695 mesas electorales instaladas en institutos públicos, que podrán recibir a 5,4 millones de personas y cada una de sus opiniones sobre el futuro de la región. Lo incierto se inicia por lo tanto con la famosa doble pregunta ¿Quiere que Catalunya se convierta en un Estado? y en caso afirmativo ¿quiere que este Estado sea independiente?
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