“La fabricación digital tendrá un impacto similar al del ordenador o Internet”

“La fabricación digital tendrá un impacto similar al del ordenador o Internet”

Tomás Diéz en el Fab Lab que dirige en Barcelona.

Tomás Diéz en el Fab Lab que dirige en Barcelona.

No hay nada sobre los Fab Labs que Tomás Diez, el director del proyecto que la organización tiene en Barcelona, no sepa. Colaborador directo del MIT y creador del mayor proyecto de esta índole a nivel mundial, nos encontramos con un testimonio único sobre la tecnología llamada a marcar un hito en un futuro próximo.

Por Carlos Poveda

Tomás Diez, director del proyecto Fab Lab Barcelona, nos atiende por Skype desde Tel Aviv, Israel. Es el nuevo destino al que le ha llevado su innovador negocio; la creación de centros de fabricación digital, que el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido introducir para poner a disposición de los barceloneses la nueva tecnología de impresión 3D. Auspiciado por el Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT) e inmerso en una red internacional de más de 130 laboratorios semejantes, Díez está convirtiendo Barcelona en la capital mundial de la fabricación digital.

¿Cómo definiría un Fab Lab?

Un Fab Lab es un lugar en el que se puede crear casi cualquier cosa. Es un centro socio tecnológico en el que se pueden fabricar toda clase de objetos a través del ordenador y de su posterior impresión, es decir, a través de la fabricación digital. Es un espacio social porque busca la implicación de la gente, y también un área tecnológica porque intenta relacionar a las personas con tecnologías vanguardistas como es la impresión 3D, la creación de diseños a través de ordenador, la ejecución de las máquinas láser, etc. Ahora bien, existen diferentes tipos de Fab Lab, ya que algunos se centran en el medio ambiente, otros en creaciones más sociales y mundanas, otros en la mera enseñanza…

¿Cuál es el objetivo actual de los Fab Labs?

Como estamos en el momento inmediato después de la gestación del proyecto, en realidad el objetivo actual se basa en la enseñanza y la colaboración entre los distintos fabs. Queremos ejercer enseñanza sobre el funcionamiento de la tecnología vanguardista que utilizamos porque creemos que en el futuro van a tener una importancia muy grande, y no hablamos sólo de la impresión 3D, que es la punta del iceberg, sino de todo un nuevo sistema productivo que puede salir de ella.

¿Qué otras tecnologías se utilizan además de las impresoras 3D?

Aunque en realidad el concepto es el mismo no se puede hablar sólo de impresoras 3D. En los Fab Labs hay máquinas que pueden llegar a construir casas, circuitos informáticos, coches y toda una serie de objetos que obviamente no pueden crearse con una herramienta de escritorio como será la impresora 3D. La coordinación de diversas máquinas garantiza que se puedan crear estos proyectos más ambiciosos, pero no se reduce únicamente a la impresora 3D. Hay fresadoras de precisión láser y equipos electrónicos que combinados pueden hacer objetos más grandes.

¿Cree que la producción individualizada que posibilita el mundo de los Fab Labs será una competencia directa para la producción masiva de las corporaciones?

Creo que sí. Es un nuevo concepto de elaboración que tiene mucho potencial. Hablamos de una fabricación individual, de objetos hechos a medida por y para las personas. Por lo tanto, es evidente que las implicaciones que pueden tener semejantes cambios en el sistema de producción son muy importantes. En un futuro, ya no será necesario ir a comprar una silla a Ikea, por ejemplo, porque fácilmente en unos minutos podemos crearla a través de nuestro ordenador y nuestra impresora 3D. Aún así, no creo que sea una amenaza absoluta para el sistema macroeconómico, digamos, sino que ambos sistemas, el personalizado y el global se combinarán para crear más posibilidades. Aunque, como mínimo, la nueva herramienta de impresión supondrá un cambio importante en nuestras sociedades. El individuo ganará mucho peso como productor.

¿Y cómo cree que se pueden combinar ambos sistemas si en cierto modo son contradictorios?

Creo que la posibilidad de negocio en el mundo de la impresión 3D está en el diseño. Es decir, habrá mucha gente que no pretenda o no sepa diseñar objetos que quiera imprimir. En tal caso, parece lógico que se dispondrá de diseños en forma de archivo que se puedan comprar a través de internet para posteriormente imprimirlos desde tu casa. Por lo tanto, lo que realmente cambiará será el modo en que se crea el objeto, de manera individualizada y sin acumular cientos de copias en stock en un almacén. Pero el diseño, en definitiva, sí que tendrá que pagarse. Pienso que se establecerá un equilibrio entre ambos “bandos” por decirlo así.

¿Si una de las posibilidades de negocio está en el diseño, no habrá problemas con relación a patentes o copyright?

Sí los habrá. Escanearse obras de arte u objetos patentados es un problema que será real. Por eso pienso que la compra de archivos de diseño es el futuro de este negocio. La gente deberá pagar por conseguir un archivo informático con el diseño que desee para posteriormente fabricarlo en su casa. Eso sería lo más lógico y una buena manera de encontrar el equilibrio momentáneo entre los intereses corporativos y los individuales. La industria se tendrá que adaptar un poco a la nueva realidad que posibilita esta tecnología. Sin embargo, es posible que cuando se normalice el uso de las impresoras 3D y todos los hogares tengan una, el mundo del diseño se encuentre también en un aprieto, puesto que cada uno de nosotros se podrá convertir en diseñador y creador.

¿Cómo se financian los Fab Labs?

El Fab Lab Barcelona, como proyecto, no recibe ningún tipo de financiamiento. Los que sí tienen subvención son los denominados ateneus de fabricació, que son centros homólogos a los de nuestro proyecto pero a disposición del público de manera gratuita y con los que colaboramos. Es así para acercar a la gente a esta nueva tecnología que está llamada a ser muy importante próximamente. Sin embargo, creo que se trata de una maniobra puramente informativa, porque un Fab Lab requiere una gran inversión inicial de cerca de 100.000 euros y, por lo tanto, no tiene mucho sentido no generar dinero con él. Creo que no tardarán en ofrecer cursos homologados como hacemos nosotros, tales como másters, para financiar y sostener económicamente el proyecto. Tarde o temprano, buscarán un equilibrio económico.

¿Entonces, su ámbito de ganancias se encuentra en la enseñanza?

En gran parte. Aún así también organizamos eventos como el de la Fab House, la primera vivienda totalmente realizada con las máquinas. Al tratarse de una tecnología tan innovadora genera muchas expectativas. A la exposición que hicimos de la propia Fab House en el Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IAAC) acudieron más de 20.000 personas. Todo esto nos da mucha publicidad y nos acerca a posibles inversores.

¿Qué hace un cliente en el Fab Lab?

Las personas que quieren usar nuestro Fab Lab se han de poner en contacto con nosotros y hacernos saber qué quieren crear en nuestro centro. Nosotros les hacemos un presupuesto, donde incluimos tasas por el diseño, los materiales y demás, y el cliente decide finalmente si quiere seguir adelante o no. Ellos diseñan y nosotros imprimimos. Por otro lado, además de la vertiente puramente comercial, ofrecemos cursos de larga duración que garantizan a cualquier persona ser una experta en la fabricación digital y tener dominio sobre todos los procesos. Además, son cursos en auge, homologados y con salidas profesionales crecientes.

Hace poco dijo que los Fab Labs eran las Bibliotecas del futuro. ¿A qué se refería?

Me refería a que en el futuro podremos almacenar en internet cientos de archivos que podrán ser plasmados en la realidad con sólo un click. Es por eso que gran parte de nuestra realidad estará reflejada en esos archivos, y por ello se asemeja en realidad a una biblioteca: un almacenaje de información sobre nuestra existencia. La diferencia es que en ese futuro convertiremos la información en cosas.

Por qué cree que Barcelona se ha interesado tanto por este tipo de proyectos?

Barcelona apuesta por un modelo social-productivo. Presienten que la tecnología de impresión 3D va a ser un puntal en el futuro y por lo tanto pretenden que la población comience a relacionarse con esta tecnología. Quieren que Barcelona sea, en no mucho tiempo, la capital mundial de la fabricación individual. Es una postura inteligente y previsora.

Estamos ante ‘la nueva imprenta de Gutenberg’?

Creo que la fabricación digital puede tener la importancia que en su día tuvo el ordenador o Internet. En los tiempos modernos estamos comprobando que el sistema productivo de nuestras ciudades no es sostenible. Se produce mucho en masa y gran parte de la producción se tira porque no se vende. Importarlo todo de China tampoco parece tener demasiado futuro, así que la alternativa es cambiar. Y la producción individual, un mundo en el cual cada uno cubrirá sus necesidades sin malgastar nada, es algo muy cautivador. Es un modelo ventajoso en muchos sentidos: es más sostenible, más cercano (y, por lo tanto, se tiene mayor conocimiento de la propia producción) y más rápido. El único problema, por el momento, es la inaccesibilidad a las máquinas. Creo que en pocos años eso va a cambiar porque, como todo producto comercial, se irá introduciendo en el mercado poco a poco.