“Llars Compartides es la mejor alternativa a una residencia”

Andreu Rovirosa, gerente de Llars Compartides, en la sede de la fundación

Llars Compartides es una fundación que gestiona alojamiento para pensionistas en Barcelona. También proporciona asistencia y compañía. Hablamos con Andreu Rovirosa, que nos cuenta cómo proporcionan un hogar a la gente grande, cómo los ayudan a sobrevivir con sus pequeñas pensiones.

Por Roble Ramírez/María Rosa Verdejo Jiménez

Fotos de Roble Ramírez

Andreu Rovirosa, es el gerente de la Fundació Llars Compartides, que se encarga desde hace 10 años de gestionar el alquiler, a un precio asequible, de apartamentos para personas mayores en Barcelona. Además de hogar, esta fundación les proporciona también la ayuda de una trabajadora social y algunas veces al mes la visita de voluntarios. En estos apartamentos las personas mayores tienen que aprender a convivir con otros, viviendo más holgadamente con sus pensiones y dándole esquinazo, en muchas ocasiones, a la soledad.

¿Cómo surgió la idea de que personas mayores compartieran piso?

Se supone que todos los ciudadanos de este país tienen derecho a una vivienda digna, pero desgraciadamente esto no es así. Por eso Agustín Gómez, el presidente, creó Llars Compartides. Buscaba solventar esa necesidad de la gente mayor, que muchas veces no pueden acceder a una vivienda porque no les da la pensión.

¿Qué hace exactamente Llars Compartides?

La fundación alquila a una agencia una vivienda a precio de mercado y después alquila las habitaciones a personas mayores, quienes solo pagan la tercera parte de su pensión. No todas las habitaciones valen lo mismo: depende  de los metros y de si es exterior. Igualmente, según la pensión que tengan, pueden acceder a unas habitaciones y a otras no.

¿Qué duración tienen los contratos?

Los contratos que hacemos son para toda la vida, es decir, si una persona no se quiere ir, no tiene por qué irse. Si alguien, por lo contrario, quiere dejar el apartamento, solo le pedimos que avise con 40 días de antelación.

¿Cómo se financia la fundación?

Subvenciones y la aportación de algunos particulares. Al cobrar solo la tercera parte de las pensiones, la fundación tiene que hacerse cargo de lo que falta de alquiler y del resto de los gastos de mantenimiento. El problema es que hasta ahora el equipo de trabajo era todo voluntariado pero desde 2012 tenemos que pagar a una trabajadora social.

¿Cuántos voluntarios hay?

Todos somos voluntarios menos la trabajadora social. Ahora en total somos 13 personas trabajando aquí. La trabajadora social, el presidente, yo que soy el gerente y los demás voluntarios. Dentro de esos voluntarios hay 6 trabajadores familiares que van a las casas y atienden a las personas.

¿Cuál es el perfil de los voluntarios?

Pues el 60% son jóvenes de 21 a 30 años. Normalmente son universitarios y vienen de estudiar carreras relacionadas con las ciencias sociales. Casi todos son psicólogos, trabajadores sociales…

¿Qué hacen esos voluntarios?

Nosotros los llamamos delegados de cada piso. Ellos son los encargados de controlar la higiene, de que se tomen la medicación… Son los que median. Cuando ocurre algo hacen un informe y entonces la trabajadora social va al piso y se busca una solución. Hacemos un seguimiento de todas las personas. Aquí los voluntarios tienen la posibilidad de tomar decisiones y actuar según crean mejor. Creemos mucho en el voluntariado.

Además de alojamiento, ¿qué ofrecen?

Lo que queremos es aumentar la calidad de vida de las personas que viven allí, es decir, que tengan todo lo necesario para que participen, se ayuden, para que aprovechen todos los recursos que tienen otras personas en la ciudad.

¿Y si se ponen enfermos o necesitan cuidados especiales?

Se intentan buscar recursos para esa clase de situaciones. Cuando tienen un problema, la trabajadora social, aprovechando toda la red de trabajadores social de Barcelona, busca la solución. Entonces, además de garantizar que es para toda su vida, cuando tienen una dificultad y tienen que dejar el piso se intenta que no se queden en la calle, sino que se trasladen a otro lugar.

¿Cuántas personas se están beneficiando de esta iniciativa?

Actualmente tenemos 35 personas repartidas en nueve viviendas. Además, tenemos una lista de espera de al menos 30 personas. Aunque la lista de espera no es muy rápida, ya que solo contamos con esas viviendas y todo va en función de las defunciones o de que la gente se vaya por otros motivos.

¿Cuál es el perfil de esas personas?

Tienen 60 o 65 años como mínimo. Normalmente no tienen soporte familiar, son personas que viven solas. Algunas tienen familia pero no quieren saber de ella o al revés. Tienen pensiones de 400 a 600 euros como máximo.

¿Qué es lo que peor llevan de la convivencia?

Un problema muy habitual es la limpieza. Unos limpian, otros no. Los hay con poca movilidad que físicamente no pueden. Lo ideal sería que pusiéramos un servicio de limpieza cada quince días o así, pero no tenemos recursos.

¿Ha aumentado la lista de espera con la crisis?

Sí, pero también se ha dado el fenómeno contrario. Algunos han dejado las habitaciones para hacerse cargo de sus hijos y nietos.

¿Podría ser una buena alternativa a la residencia?

Llars Compartides es la mejor alternativa a una residencia que hay. Es que una residencia es el fin del mundo.

¿Qué más aporta esta forma de vida que la residencia no?

Aumenta la autoestima, se hacen responsables de la convivencia. Son personas que no se conocen, por lo tanto, tienen que hacer un esfuerzo para convivir. También es importante para ellos el hecho de que financien una parte del programa. Y tienen que hacer la compra, cocinar… Hay muchos que van a comer con sus hijos o van a comedores sociales.  Pero lo más importante es que estas viviendas se convierten en sus casas y entre estar en tu casa y estar en una residencia, esta opción es mucho mejor.