¡Alistad las impresoras, que llega la revolución!

Literatura para revolucionarios.

Literatura para revolucionarios

En menos de lo que piensa, su casa se convertirá en una fábrica. Podrá construir desde el sofá de su sala hasta una silla, un bolígrafo o un vaso mientras ve las noticias. Así que eche un vistazo por última vez a su vieja impresora de papel ya que dentro de poco producirá cosas que hasta ahora nos parecían inimaginables.

Por Felipe González Gómez

¿Estamos ante la Tercera Revolución Industrial? El fenómeno de la producción individual se empieza a perfilar como la nueva forma en que consumiremos los bienes que necesitamos para vivir.

Imagine por un segundo que se ha cortado un dedo mientras rebanaba los tomates para la ensalada del almuerzo. Imagine que el corte es lo bastante profundo como para llegar a perder parte de su dedo. Ahora imagine que en cuestión de minutos una impresora 3D reconstruye la parte cercenada de su dedo, salvándole de la desgracia.

No, no es ciencia ficción ni el resumen de un capítulo de Star Trek. Es el futuro que ha llegado para conducirnos hacia “La Tercera Revolución Industrial”, como ha llamado la revista The Economist a esta nueva forma de producción. Así como hoy puede bajar música por internet, mañana podrá bajar los archivos para producir sus propias medicinas o fabricar en casa sus adornos navideños.

Pero, ¿qué es esta “Tercera Revolución Industrial”? La síntesis de una larga respuesta sería ‘hacerlo tú mismo’. Tener al alcance de la mano todas las herramientas de una fábrica y poder construir o crear desde la comodidad del hogar. La posibilidad de elaborar objetos sin la necesidad de ningún intermediario, ni la de ensamblar diferentes componentes. “Ahora un producto puede ser diseñado en un ordenador y fabricado en una impresora 3D, que crea un objeto sólido a partir de la adhesión de diferentes capas de materiales”. Este proceso es lo que The Economist llama la manufactura digital.

Sin embargo, como en todas las revoluciones, tiene que existir algún derrotado. La idea de las fábricas llenas de trabajadores y de grandes superficies tenderá a desaparecer. Aparecerán lo que podremos llamar ‘los artesanos del siglo XXI’.

Así como antes era el padre quien enseñaba el oficio de artesano a sus hijos, ahora existen lugares especializados para aprender la artesanía digital. Los Fab Labs que surgen de la Fab Academy creada por Niel Gershenfeld –profesor del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusets)– en el 2003 son las incubadoras de estos artesanos. Con más de 200 centros ubicados en lugares que van desde poblaciones remotas en Etiopía hasta las grandes capitales del mundo como Nueva York y Barcelona, los Fab Labs se han convertido en una alternativa profesional para muchas personas. La filosofía de estos centros es: “Cómo hacer casi cualquier cosa” que, en otras palabras, es la Tercera Revolución Industrial. Esta nueva tecnología y estos nuevos conocimientos, han permitido desarrollar desde pistolas caseras y ecografías en 3D hasta piel humana.

No obstante, hay quienes no creen que el impacto de estas nuevas tecnologías vaya a ser tan importante. Nacho Palau, fundador del blog de tecnología más leído en España, Microsiervos, no es tan optimista. En declaraciones al diario El Mundo, Palau afirmó: “La impresora 3D personal, la que podemos tener en casa, a efectos prácticos, es un aparato complejo y creo que va a cambiar poco nuestra vida”. La necesidad de un conocimiento previo para la utilización de estas máquinas, así como el conocimiento para la elaboración propia del objeto, son grandes barreras para la expansión de esta tecnología.

Pese a estas dificultades, Barcelona quiere ponerse al frente de esta revolución que está por venir. Vicente Guallart, arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona y fundador del Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya (IAAC), donde hoy funciona el Fab Lab de Barcelona, ha sido uno de los impulsores del proyecto que quiere convertir Barcelona en una ciudad inteligente: “Las ciudades tienen que revitalizarse desde el concepto de la autosostenibilidad y, para lograrlo, la tecnología es una herramienta fundamental”.

El Ayuntamiento de Barcelona ha emprendido un programa de enseñanza y adecuación de centros para la fabricación con estas máquinas conocidos como Ateneus de fabricació. Actualmente se encuentra en funcionamiento el Ateneu de Les Corts y en construcción el que estará ubicado en Ciutat Meridiana. El objetivo de estos centros será enseñar a los miembros de las comunidades aledañas el funcionamiento tanto de las impresoras 3D como de los programas para utilizarlas.

Las posibilidades que ha abierto este tipo de tecnologías han sido vistas como una oportunidad para atajar las consecuencias de la crisis. Por eso, estos Fab Labs o workshops no han surgido solo desde la iniciativa de los gobiernos o las universidades. En Barcelona, han aparecido centros como Mutuo Centro de Arte o Betahaus. En estos lugares, la gente encuentra las herramientas para crear o fabricar de forma independiente, artesanal. Algunos de los usuarios de estos centros son profesionales en paro que tienen que buscar un sustento “emprendiendo” su carrera como autónomos. Lo que podría traducirse como: tener más de un trabajo, pero ninguno fijo.

En el informe especial publicado en The Economist, “La Tercera Revolución Industrial”, se afirma que “a medida que el número de personas contratadas directamente para hacer cosas disminuye, el coste de la mano de obra en proporción al coste total de la fabricación también disminuirá. Esto hará que las fabricantes vuelvan a traer el trabajo de nuevo a los países ricos…”. En teoría, para países como España sería una buena noticia, pero en la práctica lo que se ha demostrado es que estos “nuevos empleos” hasta ahora no han vuelto y la influencia o la transformación que proponen centros como los Fab Labs o los Ateneus de fabricació, a día de hoy, se limitan a la educación. Pese a ello, no es del todo negativo, pues al democratizar el acceso a estas nuevas tecnologías se da un paso importante en la preparación de la sociedad para los cambios que devendrán. Hasta ahora se está educando a los revolucionarios, el tiempo dirá como harán la revolución.