La pandemia por COVID-19 y las consecuentes restricciones impuestas en Cataluña, España y el mundo entero han tenido un grandísimo impacto en la salud mental de los ciudadanos. Sin embargo, estimar tal impacto es complejo. Por un lado, los datos referentes a la pandemia no son exactos (sobre todo durante la primera ola), y parece difícil estimar la calidad de la salud mental de las personas. Un posible indicador es el número de llamadas entrantes en el servicio del Teléfono de la Esperanza, una línea a disposición de las personas que sufran de problemas de salud mental, o simplemente necesiten escucha. Por otro lado, el número de casos durante la primera ola no es exacto por las dificultades de acceder a test de diagnóstico en ese momento. Así, hemos comparado el número de llamadas con el número de defunciones suplementarias en comparación con las que se esperarían en un contexto de normalidad sanitaria.
En primer lugar, llama la atención un importante aumento en el número de llamadas durante el mes de abril, precedido de un momento de baja. Esa baja se debe a que el servicio estuvo cerrado durante unos días como consecuencia de las restricciones.
El aumento corresponde con el final del momento más álgido de la pandemia, momento en el que se dieron más de 7000 defunciones suplementarias en comparación con las estimaciones.
El número de llamadas empieza a decrecer a partir del mes de junio del 2020, momento que corresponde con un descenso de las defunciones.
A partir del mes de noviembre del 2020, observamos de nuevo un aumento en el número de llamadas, correspondiente con la segunda ola de la pandemia, cuando se registraron más de 1200 defunciones suplementarias.