
Perfil: Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat.
Ahora toca ‘fer net’
MARTA VALLCANERA

Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat de Catalunya. Foto: Wikimedia Commons
Nacido el 9 de junio de 1930, Jordi Pujol i Soley inició su trayectoria política al frente de la Banca Catalana. Posteriormente, en 1974, se convirtió en uno de los fundadores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y en 1977 fue elegido diputado por Barcelona en el Congreso. Tres años más tarde, Convergència i Unió (CiU) gana las elecciones catalanas y se convierte en el Presidente de la Generalitat de Catalunya, cargo que ejerció desde 1980 hasta 2003. Durante los 23 años que gobernó, Jordi Pujol nunca defendió el independentismo. Sus candidaturas políticas se basaban en la construcción de Catalunya y del estado del bienestar. El ex-presidente no sólo estuvo al frente de la comunidad catalana, sino que fue capaz de impulsar todo un movimiento político a través de su ideología: el pujolismo. Para muchos considerado un referente político, Jordi Pujol, se conoce como una de las figuras claves para entender la Catalunya y la España actual.
El respeto, la credibilidad y la honradez han acompañado al ex-presidente durante muchos años pero, el pasado 25 de julio, confesó haber realizado un fraude fiscal al no haber declarado el dinero que tenía en Andorra, hecho que repercutió de manera directa en su reputación. Las declaraciones de Jordi Pujol y las noticias que iban recorriendo titulares de periódicos respecto a los entramados de corrupción de la familia Pujol – Ferrusola ha sorprendido, decepcionado e indignado a la mayor parte de los ciudadanos catalanes, ya que su figura política, en ocasiones, se llegó a idealizar. La situación del político catalán podría tener un efecto negativo para el proceso de participación del 9N, ya que puede que una parte de la población catalana haya perdido la credibilidad en el partido político que él fundó, en cada uno de sus integrantes y, en particular, en el actual Presidente de la Generalitat, Artur Mas, del que fue su maestro político y uno de sus grandes amigos.
No obstante, también puede y debe considerarse el hecho de que la declaración voluntaria del que ha sido 23 años presidente de la Generalitat estuviese, en cierta forma, pactada con el partido mayoritario CiU, es decir, se pretendió destapar el caso de corrupción antes de que lo hiciera algún medio de comunicación. De esta forma, se adelantaron a los efectos negativos que hubiera podido tener a pocos días de la participación ciudadana del 9N.
En cuestión de días, la imagen del que fue uno de los políticos democráticos con una de las trayectorias más largas de la historia de Europa se ha reducido a cenizas. Fue él mismo, con su confesión personal, quien ha hecho que su figura política se desmoronase. La ética y la moral que caracterizaban a Jordi Pujol han dejado paso a la desconfianza, a la indignación y, en cierta medida, al menosprecio. Así pues, después de “fer país” y “fer política” al ex-presidente de la Generalitat de Catalunya le tocará hacer limpieza, “fer net”, para poder limpiar su reputación.
9-N Barcelona Cataluña CiU Convergència i Unió Independencia Jordi Pujol
Una intelectual comprometida
De Santos y de vírgenes: un Ministro en estado de gracia
Marta Vallcanera


Una intelectual comprometida

¿Diálogo? Los deberes por hacer
